4 de febrero de 2019

Anécdotas Jurídicas #2: La suspensión de las vacas


La suspensión del acto reclamado en el juicio de amparo es un arma de doble filo. En buenas manos puede significar la medida más rápida y efectiva contra los abusos de la autoridad, o puede converger en el abuso más grande del derecho por parte de un particular. Hablar de la suspensión del acto reclamado resultar en una serie de libros sin fin y más cuando se abunda en sus cuestiones prácticas.

Un pequeño ejemplo de ello, de su uso o su abuso, lo narra el Ministro Genaro Góngora Pimentel en su libro Para Hacerlo Una Vez por Semana, cuya reseña ya he abordado en una entrada anterior. El caso, aunque sencillo y corto, puede otorgar todo un debate sin fin sobre la eficacia de la figura de la suspensión tratándose del juicio de amparo.


La historia que nos narra el Ministro Pimentel transcurre en Hermosillo, Sonora y tiene por protagonista a una mujer ganadera, que aunque ya entrada en edad conservaba un destello de los mejores años de su juventud (en palabras del propio ministro, quien afirmó conocerla) y con un pequeño problema en manos. Resulta pues, que no tenía dinero para conseguir la pastura para sus vacas, por lo que acudió a un compañero ranchero que también resultaba ser abogado.

El señor era un buen abogado, hábil en su profesión y encontró facilmente una solución rápida: cerca del establo de la dama ganadera se encontraba uno de los fraccionamientos más exclusivos y elegantes de toda la ciudad, engalanada de grandes y elegantes casas, amplias avenidas y, por supuesto, abundantes jardines verdes.

La idea del abogado fue sencilla y fácil de ejecutar: primeramente promovió un amparo ante un Juez de Distrito en contra del Rastro Municipal cuya suspensión y actos reclamados los hizo consistir en contra de la retención y en su caso, eliminación o sacrificio de las vacas.

Naturalmente, el juez federal al observar que dicho amparo cumplía con los requisitos de forma, procedió a admitir la demanda y otorgar la suspensión provisional del acto reclamado.

Siendo otorgada la sspensión, el abogado ranchero le dijo a la dueña de las vacas que lleve a las mismas a pastar... en los camellones y jardines del lujoso fraccionamiento.  Cuando los dueños de las casas aledañas observaron al ganado vacuno pastando alegremente en los jardines y parques de la colonia, hablaron al rastro municipal que, prestos al llamado de las importantes gentes que viven en la colonia, llegaron con camionetas para proceder a llevarse a las infractoras.

Pero, astutamente el abogado había sacado previamente copias certificadas del acuerdo de suspensión que previamente enmicadas colgaban en cada una de las vacas, por lo que las mismas no pudieron ser detenidas y así fue como gracias a una orden de suspensión dichas vaquitas pudieron comer bien.

Debe ser fácil imaginar la cara de sorpresa de los empleados del rastroal ver las suspensiones colgando de las alegres vacas, claro tuvieron que leerla ellos pues las vacas no lo podían hacer por si mismas.

Me gusta referirme a esta historia como un buen ejemplo de la eficacia de la suspensión del acto reclamado en el juicio de amparo aún en su uso indebido, pues en ese sentido, si bien es clara su efectividad para situaciones de naturaleza únicas y peculiares, también lo es el abuso en que los particulares podemos incurrir en su uso, (y de la materia de amparo indrecto en general).

Aquí mi pregunta es, ¿Consideran un abuso del juicio de amparo o una brillante estrategia de litigio el método presentado por del abogado?

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